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ESTACIÓN SUFRAGIO

Administrador Colimapm | Opinión | 24/05/2017

POR: Adalberto Carvajal

El gobernador Vázquez Montes y su amigo Humberto Silva pasaban largas tardes de bohemia en Montitlán, donde Gustavo cantaba y a veces declamaba.

UN HOMBRE DE ESTADO:

En la elección interna del candidato oficial a la Gubernatura en 2003 los dados estuvieron cargados a favor del ex presidente estatal del PRI, Gustavo Vázquez Montes. El gobernador saliente creyó necesario mostrar que el poder se transmite a las siguientes generaciones, no a las anteriores, y tuvo que hacerlo explícito cuando las fuerzas vivas del partido y gran parte de la sociedad asumieron que el entonces secretario general de Gobierno, Humberto Silva Ochoa, sumaría a su prestigio personal y capital político el aval de un mandatario que le devolvía el apoyo que, como cabeza de la UdeC, Humberto le dio a Fernando Moreno en la sucesión rectoral de 1989, a costa de fracturar el histórico Grupo Universidad.

El PAN gobernaba el país y el presidencialismo instituido por los priistas había cedido terreno a favor de gobernadores, convertidos en auténticos virreyes. En Colima decidió Fernando la candidatura del PRI, que todavía seis años atrás, cuando él mismo contendió, fue resuelta en Los Pinos. Y ese dedazo en Casa de Gobierno a favor de Gustavo produjo un cisma en el partido gobernante. Dos de los contendientes en la elección primaria, Jesús Orozco y Socorro Díaz, se fueron al PRD. Pero Humberto, a pesar de que se especuló sobre el tema, mantuvo la disciplina partidista y refrendó su amistad con Gustavo.

Muchos se preguntan por qué se inscribió HSO en la contienda interna. No fue ingenuo como para suponer que Fernando se inclinaría por él. Se metió para legitimar el proceso como mecanismo democrático en un partido acostumbrado a la línea… y también para evitar con su participación que se incorporara algún otro ex rector de la Universidad. En concreto, Carlos Salazar Silva quien a juicio de muchos habría perdido rotundamente las elecciones.

Gustavo peleó con sus propios aliados políticos para otorgarle una posición relevante a Silva Ochoa, en reconocimiento a los actos de adhesión multitudinarios que le organizó Humberto en Cuauhtémoc, municipio donde lo habían designado delegado del CDE del PRI.

Advertido de los problemas de imagen que suponía tener a dos miembros del Grupo Universidad en el gabinete (había presiones para colocar en la secretaría general de Gobierno a Arnoldo Ochoa González, quien en realidad salió de la UdeC en 1989 al oponerse a la elección como rector de Fernando Moreno), Gustavo puso a HSO en la lista plurinominal de diputados locales y lo hizo coordinador del Congreso en la legislatura con la que arrancaría su gobierno.

La anulación de la elección ordinaria y el interinato a cargo de Carlos Flores Dueñas, cambiaron el contexto. Al asumir la gubernatura, después de unos comicios extraordinarios, Vázquez Montes designó a Silva Ochoa secretario de Desarrollo Social.

En la Sedescol, Humberto Silva bajó la mayor cantidad de recursos de que ha dispuesto desde su creación esa secretaría. Se coordinó no sólo con la Sedesol federal, en ese entonces en manos de la panista Josefina Vázquez Mota, sino con la Secretaría del Trabajo y Previsión Social del gobierno de la república.

Y Gustavo respaldó todos esos programas, que lo beneficiaban al presentarlo como un mandatario sensible a las necesidades de la gente humilde, la cual había sido una de las banderas electorales del político tecomense quien presumía de comer tacos en la calle.

El gobernador Vázquez Montes y su amigo Humberto pasaban largas tardes de bohemia en la casa de Silva Ochoa en Montitlán, donde Gustavo cantaba y a veces declamaba, mientras HSO se unía al acompañamiento musical con su requinto. Hablaban de Colima, de la visión que tenían ambos sobre el rumbo que debía seguir el estado… y de política.

Vázquez Montes había comenzado a hacer cambios significativos en su administración cuando ocurrió el accidente en el que perdieron la vida Gustavo y sus secretarios de Finanzas, Luis Barreda Nakay, y de Turismo, Roberto Preciado Cuevas, entre otras personas que iban en el avión del Gobernador cuando cayó en la sierra michoacana.

Surgió entonces una nueva lucha por el poder. El ex mandatario Fernando Moreno, habilitado como delegado especial del CEN del PRI, se asumió como una suerte de gobernador provisional para manejar el proceso sucesorio: se disputaban la candidatura oficial el secretario general de Gobierno, Arnoldo Ochoa, y el coordinador del Congreso, Silverio Cavazos, secretario del Ayuntamiento de Tecomán cuando Gustavo Vázquez fue alcalde y, ciertamente, uno de sus colaboradores políticos más cercanos.

El que ganara la votación en el Congreso sería el perdedor de esta mini contienda, porque ello implicaba ser el gobernador interino mientras el otro se lanzaba a la candidatura para una nueva elección extraordinaria. Ochoa González buscó que se obviara la Constitución y que se designara directamente en el Congreso a un gobernador sustituto, sin mediar elección popular. Y cuando las bancadas opositoras escucharon la sugerencia, la diputada panista Martha Sosa fue a buscar a Silva Ochoa para proponerle que, si aceptaba ser el interino, su partido y el PRD no tendrían ningún reparo en que el licenciado Humberto concluyera el sexenio.

HSO agradeció el gesto de amistad y el voto de confianza de sus antiguos compañeros de Legislatura, pero les pidió atenerse a la norma: así resultó Silverio Cavazos candidato del PRI y el alcalde de Colima, Leoncio Morán, abanderado del PAN para la elección de gobernador en 2005.

El gobernador interino Arnoldo Ochoa ratificó a HSO en la Sedescol, como al resto del gabinete y de las estructuras del gobierno, pero al empezar el nuevo gobierno Cavazos Ceballos invitó a Silva Ochoa a la Secretaría de Planeación.

En ese despacho, el licenciado Humberto puso en práctica su visión de una participación social y democrática en el diseño de las políticas públicas. A través del Consejo de Participación Social para la Planeación que empezó a sesionar formal y regularmente, recogió y sistematizó las propuestas ciudadanas en un Plan Estatal de Desarrollo que presentó en tiempo y forma.

En ese texto estaban contenidos, además, muchos de los grandes proyectos que Silva Ochoa formuló como propuestas de campaña (durante la contienda interna), las cuales no eran ocurrencias sino el resultado de un prolongado y serio trabajo de reflexión sobre la situación del estado.

Convencido que los planes de desarrollo son considerados catálogos de ideales o buenas intenciones, pero no un documento rector de seguimiento obligatorio, Silva Ochoa trabajó en una iniciativa de nueva Ley Estatal de Planeación que entregó al gobernador Cavazos. 

Desde la Seplan se gestionó la creación de la Universidad Tecnológica de Manzanillo. Y se encargaron los proyectos ejecutivos que deberían haber dado origen, por ejemplo, a una carretera que uniera a Colima con Jalisco a través del llano en llamas, pertinente no sólo por la importancia cultural que tienen las referencias rulfianas para Colima sino por el intercambio comercial y las relaciones familiares que hay entre los habitantes de uno y otro estado en esa zona.

Esa carretera podría ser la vía más corta para exportar los productos agrícolas de la región transvolcánica de Jalisco a través del puerto de Manzanillo, y para traer a los turistas de la zona metropolitana de Guadalajara a nuestro principal destino de playa. Eventualmente, una carretera secundaria podría abrir paso a una autopista para el transporte de carga, que los propios empresarios del sector logístico estaban dispuestos a financiar porque les ahorraría tiempo y dinero.

PARA LA HISTORIA:

Este acaba siendo un ejercicio de memoria colectiva, en el entendido que la memoria individual siempre es traicionera y que el pasado se revive con recuerdos, aunque sean los ajenos.

Eso que es parte de la cultura de un pueblo y se llama historia, no la escriben necesariamente los vencedores, como dice el lugar común, sino –verdad de Perogrullo– quienes se ponen a escribirla.

Un compañero reportero me explica que la 80 era la secundaria ETIC 80 desde el principio, y el CECyT 80, “como su nombre lo indica, fue bachillerato, que comenzó en las instalaciones de la secundaria”. Desde los primeros años fueron ETIC y CECyT, por separado.

Y es que, antes, otro colega había dicho que Humberto Silva “fue maestro del CECyT 80 y después director”. En ese tiempo Manuel Tejeda Ruelas era el director de la ETIC 80, “que luego pasó a ser CECyT 80”, relató este otro reportero.

En todo caso, la ETIC es hoy la secundaria Manuel Vallarta Sandoval y el CECyT se convirtió en el CBTIS 19.

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