
GOBERNADOR Y RECTOR: RENDIR CUENTAS
Los informes que mayor expectación levantan cada año son dos: el del gobernador del Estado, Mario Anguiano, y el del rector de la Universidad de Colima, Eduardo Hernández Nava.
El del gobernador es el informe del cuarto año de gestión, con el cual –dicen los analistas, y lo dicen mal porque generan inquietudes innecesarias- se da banderazo de salida a las próximas elecciones gubernamentales. El del rector es el informe del primer año, informe crucial pues sobre él descansará todo lo que se edifique en lo porvenir.
Pero: ¿qué marcas ha dejado este 2013 en ambas gestiones (la del Estado y la de nuestra máxima casa de estudios)? En el primer caso, sin duda, el asunto de mayor relevancia ha sido el estrago causado por la plaga del dragón amarillo, que prácticamente puso de rodillas la producción del limón en Colima.
Es, me parece, la problemática que más retó las capacidades del gobierno estatal y que sigue sin quitar su dedo del renglón, aun cuando la respuesta de gobierno del Estado no haya sido tibia.
Algunos analistas podrían argumentar que el mayor problema de este año para la administración de Anguiano Moreno es el tema de la violencia, pero no es así pues la violencia es efecto y no causa, como lo es el problema del campo en nuestro Estado, que deja a miles de familias sin ingreso y que, como consecuencia lógica, a muchas de ellas las empuja por la espalda a delinquir.
Si éste es el mayor problema que enfrentó la administración de Mario Anguiano en 2013, el mayor acierto de su mandato este mismo año fue el énfasis puesto en lo educativo, que incluye no sólo la formación intelectual sino, sobre todo, la preparación física, de ahí también que destaque el trabajo realizado en materia de rehabilitación de los espacios deportivos.
Al énfasis en lo educativo debe añadirse, para el próximo año, un rubro más: el de salud. Abatir el problema del dengue debería ser un imperativo para la administración anguianista en 2014.
Con respecto al primer año del rector Eduardo Hernández, a nadie le queda duda de que el mayor problema que enfrenta ahora es el relacionado con el tema del FOSAP, conflicto que, en realidad, ya había sido solucionado a principios de año pero que por razones insospechadas fue puesto de nuevo sobre la mesa de discusión por los líderes del SUTUC.
Aunque es ponderable el hecho de haber conseguido el respaldo de los ex rectores, no creo que haya sido del todo acertado este espaldarazo. Hay que decirlo sin cortapisas: para muchos universitarios, las jubilaciones percibidas por algunos de estos ex rectores, con todo y que son legales, lastiman al jubilado de a pie.
Además, hay dos ex rectores (Moreno Peña y Silva Ochoa) que, por sus largas y torcidas vinculaciones con la política estatal, no gozan de buena reputación al interior de nuestra casa de estudios, pues nadie parece dudar que utilizaron a nuestra máxima casa de estudios para sus fines personales.
Es importante que el rector Hernández Nava considere dentro de sus protocolos a los ex rectores universitarios, pero no menos importante es que el sello de su gestión no vaya a estar marcado por un sospechosismo innecesario, sobre todo si evoca un pasado al que ningún universitario quiere volver.
Lo más importante de la gestión de Hernández Nava este año, por otro lado, es el hecho de haber subrayado la vinculación universitaria con lo social: el conocimiento debe servir, de la forma más directa posible, para resolver los problemas que enfrente la sociedad.
Esa línea debe continuar en todos los rubros de su gestión: académica, cultural, deportiva, etcétera. Un propósito que deberían tener ambas administraciones (la del Estado y la de la Universidad) es trabajar más estrechamente en proyectos comunes para 2014, porque finalmente las tribulaciones por las que atraviesa nuestro estado, lo queramos o no, nos benefician y afectan a todos por igual.
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A partir del Lunes 11 de Abril de 2011
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