
POR: Julio Martínez Flores
Cuando iba en la primaria, mi hermana y yo nos lanzábamos a la farmacia/tienda de regalos que estaba en el jardín del barrio desde varias semanas antes del 10 de mayo para apartar el regalo que le íbamos a dar mi mamá. Creo que lo hicimos desde los 5 años. La dueña, que era amiga de mi mamá, nos ayudaba a escoger de acuerdo a nuestro presupuesto (¿Qué tanto podíamos ahorrar? Era simbólico). Cada semana nos escapábamos e íbamos a abonarle un par de pesos, hasta completar el monto; nos hacía descuentos porque no lo lográbamos.
¡Los colores y formas de aretes, labiales, maquillajes, moños y accesorios que le regalábamos cada año! Por más que la dueña nos ayudaba a elegir unos que ella sabía que podrían servirle, nos empeñábamos en darle unos bastante peculiares. Yo creo que los colores llamaban nuestra atención.
Cuando llegaba el esperado día de la madre, corríamos por el regalo que ya nos tenían envuelto, además de una flor, y regresábamos felices y con ilusión a casa para dárselo. Recuerdo mi adrenalina por la sorpresa. ¡Y mi mamá se ponía los aretes, maquillaje o lo que le diéramos para irnos a comer!
Pasaron los años y mi mamá nos contó que siempre lo supo. Su amiga y ella lo platicaban (incluso para cuidarnos cuando íbamos) y mi mamá nos daba "domingos" para pagar su propio regalo. Esas mamás todo saben, carajo. Y aún así, recuerdo su sonrisa cuando se lo entregábamos. ¡Nunca nos rompió la ilusión de tan hermosa experiencia! ❤
Me entró un recuerdo en el ojo.
Total de Visitas 355203220
A partir del Lunes 11 de Abril de 2011
Desarrollada por HMH Sistemas
Template by OS Templates