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AL VUELO

ROGELIO GUEDEA | Opinión | 22/05/2016

AMBROGIO LORENZETTI, “ALEGORÍA DEL BUEN Y DEL MAL GOBIERNO”

En el interior del Ayuntamiento de la ciudad italiana de Siena el espectador puede encontrar la “Alegoría del buen y del mal gobierno”, dos grandes frescos (casi 14 metros) pintados por Ambrogio Lorenzetti entre los años 1337 y 1339, durante la época de la pintura gótica italiana. Aparte de ser considerada una de las primeras obras en no tocar un tema religioso (era la plena edad media, aunque ya en decadencia), la “Alegoría del buen y del mal gobierno” ofrecía a todos los paseantes una enseñanza fundamental para la gobernanza de aquella época ya convulsa: la importancia de atender, por encima de todo, al bien común y no al privado, lo que causaba la ruina de dicho gobierno y, como consecuencia lógica, de la propia sociedad. Valiéndose de una simbología muy especial, aunque no por ello menos didáctica, Lorenzetti despliega los pormenores de todas aquellas virtudes que hacen a los buenos gobernantes y de todos aquellos vicios que los destruyen. En el buen gobierno, por ejemplo, el valor más importante es la justicia, que está sostenida por las virtudes morales y cívicas del gobernante, para quien su principal tarea es la paz y la concordia social y quien, según la pintura, debe tener la virtud de la templanza, la equidad y la paciencia. Como ejemplos benéficos del buen gobierno están la seguridad, la prosperidad y la dicha social. La seguridad, sin embargo, es la idea fundamental del buen gobierno, contrario a lo que conlleva un mal gobierno, que es precisamente la inseguridad y el disturbio social. El fresco del mal gobierno está representado precisamente por la tiranía y el soberano se erige como un ser diabólico rodeado de acompañantes siniestros, todos ellos a su vez protegidos por militares, que asolan la ciudad y que tienen a la justicia maniatada. Una característica que sobresale en esta representación del mal gobierno es, curiosamente, la militarización de la ciudad y la excesiva custodia policial del tirano, cuya vida está muy alejada del bienestar del pueblo. En la esquina izquierda superior del fresco se advierte un hecho fundamental del mal gobierno: el terror y la muerte que padece la sociedad convulsa, donde no impera ni la justicia ni la paz, las más altas virtudes del buen gobierno. Por lo tanto, el campo se ve derruido, la industria devastada y la ciudadanía pasando hambre y miseria. Con la “Alegoría del buen y del mal gobierno”, obra cumbre del medioevo y del prerrenacimiento, Lorenzetti resume toda una idea de la función que debe cumplir la filosofía política en la gobernanza de los pueblos, hoy en día imprescindible para remediar el caos que padece la moral universal.

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