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SIMPLEMENTE MUJER

CELINA NARANJO | Colima | 06/07/2011

EL CAMBIO POSITIVO ESTÁ EN NOSOTROS

Hola, amig@s:

A menudo nos damos cuenta que hay aspectos de nuestra vida con los que no nos sentimos satisfechos. Generalmente son facetas con las que desde hace tiempo estamos inconformes. Quizá nos preguntamos qué hacer para modificar esas situaciones, pero por diferentes circunstancias terminamos sin hacer nada al respecto o desistimos pronto cuando las cosas no salen como esperábamos.

Para que un proceso de cambio sea efectivo, debe partir siempre de una autentica aceptación de la realidad y esto implica entender cuáles son los factores que determinan en los que se puede proceder y sobre cuáles no. Cuando admitimos un hecho o una situación, reconocemos que eso es así por ahora.

Desafortunadamente no sólo sucede en nuestra vida personal, sino como sociedad, como nación, como universo, nos encontramos en un constante desencanto, desolación y desesperanza, cuando vemos un mundo que no nos gusta, percibiendo como cada día todo nuestro entorno se transforma, se trasmuta, se contamina y hasta se colapsa. Es inevitable sentir tristeza al ver los noticieros y observar como las guerras, los conflictos civiles, el crimen (organizado o desorganizado, crimen al fin), la delincuencia, la violencia, las crisis económicas, los fenómenos naturales y el hambre han afectado a la humanidad.

El deterioro irreversible de nuestro planeta se debe en gran medida al consumo indiscriminado y a la falta de conciencia, las fuertes demandas de alimento, agua, madera, combustibles, lo cual lleva a un consumo excesivo que pone en peligro el futuro de la Tierra. Según el “World Watch Institute”, 1,700 millones de consumidores gastan diariamente un promedio de veinte dólares, mientras que 4,200 millones sobreviven con sólo dos dólares al día. El 84% de los recursos del planeta es utilizado tan sólo por el 16% de la población mundial.

Podríamos analizar los datos duros que nos proporcionen diversas instituciones, fundaciones, universidades y los gobiernos de cada país, pero eso es solamente información y estadísticas. Personalmente, he llegado a la conclusión que si los encargados de crear programas, elaborar iniciativas, desarrollar estrategias no han querido, no han podido, no han tenido los medios suficientes o simplemente los ha rebasado el problema (dándoles con esto el beneficio de la duda), los ciudadanos comunes tenemos la obligación moral con nosotros mismos y con nuestras familias, de iniciar el cambio.

Hagámoslo: imaginémonos que no hay límites, soñemos con cambiar al mundo y empecemos por sí mism@, que nuestro eje rector, nuestra directriz sea la honestidad, la humildad, la compasión, el respeto, la generosidad, la gratitud, la bondad, la solidaridad, el perdón, la alegría y la amistad.

Tratando que todo esto permee en nuestras familias que son el núcleo de la sociedad y por consecuencia tendremos una comunidad contagiada de las ganas de vivir bajo estos valores, y un país. . . y porque no, un mundo que se dé cuenta lo maravilloso que sería tener una vida con libertad, con calidad humana, actuando siempre con base en la verdad y en la justicia, dando a cada quien lo que le corresponde; que nuestro motivo sea el bien de todos, que no nos mueva el pensamiento único o la ambición individual.

Ejercitemos los valores, estos nos llevarán a confirmar que las dificultades de la vida se pueden enfrentar de manera simple y efectiva recordando que en ellos se encuentra una sabiduría poderosa y un poder inalterable, no los veamos como algo pasado de moda.

El ser humano -hombres y mujeres- posee el potencial suficiente para convertirse en artífice de los actos más sublimes y de las peores tragedias, hagamos que en cada uno de nuestros actos exista la buena fe y la confianza; brindemos siempre una sonrisa: es una acción que siempre regala esperanza, llevemos una vida grata, alegre, en armonía con nosotros mismos y los demás, una vida que valga la pena vivirla y en la que podamos desarrollarnos plenamente y por medio de la cual empecemos a contagiar a nuestros semejantes.

Echemos mano del amor, que nos brinda la energía que se precisa para vivir: amor por uno mismo, amor por lo que hacemos, amor por los demás, amor por lo que se tiene y por lo que se quiere tener, sin que por supuesto, se vuelva una obsesión que nos dañe o enferme.

Sin egoísmos pensemos en ayudar a nuestros semejantes, démonos la mano, veámonos como hermanos y hagamos un mundo mejor cada día. Recordemos y apliquemos siempre la frase de Henry Ford, sin duda un líder mundial: ¨Llegar juntos es el principio; mantenerse juntos es el progreso; trabajar juntos es el éxito¨.

A tod@s deseo que Dios les Bendiga y les recuerdo que ahora es el momento de ser felices…. ¡Hagámoslo!

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